lunes, 26 de mayo de 2014

El camello en Lanzarote: de lo cotidiano a lo exótico

Lanzarote amarillenta
como un camello africano.
Sobre tus gibas de fuego
mi corazón cabalgando.
Rafael Arozarena, como hiciera Miguel de Unamuno décadas atrás con la vecina Fuerteventura, identificó a la isla de Lanzarote con la figura del camello. Ello no responde a un simple capricho literario, sino que va mucho más allá, pues este animal, por sus peculiares características físicas, fue, durante siglos, la más útil de las herramientas del lanzaroteño. De hecho, sin esa simbiosis campesino-camello, la vida en la isla de Lanzarote habría tenido un desarrollo absolutamente diferente al que hoy día conocemos. 


Unamuno montado a camello en
Fuerteventura, a la que definió como
isla de camellos y acamellada -las cumbres
de sus montañas semejan corcovas de
camellos

UN ANIMAL HECHO A LA MEDIDA DE LANZAROTE

El camello (en realidad dromedario, pues tiene una sola joroba o giba), fue traído a Lanzarote en los primeros años del siglo XV, tras la conquista de la isla por parte de los normandos Jean de Bethencourt y Gadifer de La Salle. Aunque hay quienes creen que fue introducido por los normandos, parece tener más peso la teoría que afirma que fue Diego de Herrera el que los hizo traer, junto con esclavos moriscos, de sus cabalgadas en Berbería. El señor de la Isla necesitaba no sólo mano de obra, sino animales fuertes y resistentes capaces de trabajar las tierras bajo unos condicionantes climáticos hostiles. Y para este cometido, nada mejor que el camello, perfectamente adaptado al clima desértico gracias a sus particulares características fisiológicas. Veamos algunas de ellas:

- Su boca, gracias a unos labios móviles, se abre mucho, permitiendo de este modo masticar plantas muy espinosas, que otros animales descartan.
- Los orificios de su nariz se cierran para evitar la entrada de arena, a pesar de lo cual continúa respirando sin dificultad. Esta propiedad, dados los continuos y fuertes vientos de la isla que hacen volar polvo y jable, resulta indudablemente práctica.
- Sus ojos poseen dos filas de pestañas: una de pelos cortos y densos que le protegen contra las radiaciones solares, y otra de pestañas muy largas que rodean el ojo para detectar los objetos cercanos y así evitar posibles pinchazos de las plantas espinosas que ingiere.
- Las orejas son pequeñas y peludas para evitar la entrada de arena.

Puede comprobarse la doble fila de
pestañas y las orejas peludas. Imagen
tomada del artículo Material Informativo
 sobre el Camello (Camelus dromedarius)
- Su cuello es muy largo por dos motivos: alcanzar las plantas más altas (las que se mantienen verdes en épocas de sequía) y para compensar la longitud de las patas. Precisamente sus patas son tan largas para mantener el cuerpo más alejado del suelo y así evitar el calor del suelo del desierto. Otro recurso para aislar el calor del suelo es proveerse de callos en aquellos lugares donde el cuerpo toca la arena caliente. Estos callos resultan idóneos para caminar por el rofe de los arenados de Lanzarote. 
- Son capaces de aguantar más de 10 días sin beber y soportan una deshidratación de hasta el 25% de su peso corporal, cualidades ambas indispensables para una isla que históricamente ha padecido feroces sequías. 

Dibujo de Pancho Lasso de la década
 de 1940. El camello, fiel compañero
del campesino de Lanzarote

Los camellos eran transportados desde África, y entre islas, amarrados a las embarcaciones, flotando sobre el mar gracias a la flotabilidad que le conferían sus estómagos, que actuaban como bolsas de aire, y a la posibilidad de cerrar herméticamente sus fosas nasales, impidiendo que se ahogaran. Lo que no podían impedir era sufrir la mordedura de algunos peces durante la travesía.

UN SACRIFICADO TRABAJADOR PLURIEMPLEADO

Gracias a las propiedades fisiológicas descritas, el camello se adaptó rápidamente al clima de Lanzarote, recibiendo enseguida múltiples tareas, especialmente vinculadas al mundo agrícola. Rara era la vivienda de agricultores que no tuviera, al menos, un camello; de hecho, en la década de 1940 había en torno a unos 3.000 camellos censados. El camello más codiciado era el camello canario o majorero, también conocido como tacho, una variedad más fuerte y baja, capaz de cargar más peso, frente al camello moro, de extremidades más largas y ligeras, más aptas para caminar a mayor velocidad. 

El camello acometía, con paciencia y resignación, duras tareas agrícolas como arar, trillar, tablear o rastrillar. Otra actividad muy relevante era la de moler los cereales en las tahonas o molinos de sangre, denominados así por ser, precisamente, la fuerza de los animales la que hacía girar las piedras y triturar el grano.

Camello tableando un arenado, es decir, repartieno el rofe con
una tabla. Fotografía tomada del libro Obra escogida, de
Agustín de la Hoz


Camello arando en el jable. Fotografía tomada del libro
Obra escogida, de Agustín de la Hoz

Camello moliendo en la tahona. Ilustración de Santiago
Alemán tomada de su libro Tesoros de la isla

Por otro lado, tanto o más importante era su función como animal de carga. Así, por un lado era el encargado de transportar voluminosas cargas de hierba y paja en los vasos; arena y piedra en el serón, y fruta en las cajas, llegando a soportar hasta 400 kilos de peso. 

Distintas herramientas colocadas sobre el camello. Ilustraciones tomadas
del artículo de F. Pérez Saavedra: "El camello en Canarias"
Camellos cargando barricas de agua en la Calle Real de Arrecife.
Fotografía tomada de la Fedac

Por otro lado, hasta la llegada del automóvil, el camello fue el vehículo o taxi por excelencia, transportando a personas en un ritmo pausado y cadencioso en la denominada silla inglesa. Así describía la viajera británica Olivia Stone sus primeras impresiones al montarse en uno de estos animales:
Con una sacudida definitiva la bestia se irguió totalmente y dejó de estar apoyada sobre sus rodillas delanteras. Todo ello fue tan rápido como leerlo ahora y así fue como nos encontramos colgando en el aire, a unos cinco pies del suelo y completamente estremecidos por el proceso.  
Olivia Stone junto a su marido en Arrecife. Fotografía
tomada de la Fedac
Otros beneficios proporcionados por este animal lo constituían la leche de camella, la cual, muy nutritiva y rica en vitamina C, se usaba para curar anemias y tuberculosis. También el sebo de su joroba se ha usado tradicionalmente para curar esguinces y torceduras. 

No obstante, a pesar de todos los beneficios que aportaba el camello, había que tener mucho cuidado con los machos calientes o en celo, pues entonces pasaban de ser tranquilos y nobles a convertirse en animales muy agresivos y sumamente peligrosos. Por este motivo, existen múltiples historias relacionadas con machos calientes, que en no pocos casos llegaron a provocar lesiones por mordeduras o aplastamientos, causando, en ocasiones, la muerte. 


Camellos en celo, mural realizado por César Manrique en 1952
en su vivienda de la madrileña calle Rufino Blanco. Imagen tomada del
libro César Manrique. 1950-1957

Un animal tan singular como el camello (el cual resultaba tierno mientras era guelfo o majalulo, para convertirse, una vez adulto, en un ser poco agraciado físicamente) despertaba la curiosidad de todo aquel que visitaba la isla, especialmente de los artistas. Además de las magníficas descripciones, ya apuntadas, que realizaron Unamuno, Arozarena o la propia Olivia Stone sobre el camello de Lanzarote, quizá el más bello y original homenaje que haya recibido este animal sea el célebre Elogio del camello con arado, de Agustín Espinosa: 
Para ti -camello con arado, de Lanzarote- mi saludo especialmente militar. Para tus andares despaciosos de general retirado. Para tus gestos de incomprendido. Para tu gran sable de madera, sobre todo. Para ese gran sable arador que sabes arrastrar tan garbosamente sobre la tierra plana de Lanzarote como sobre las alfombras de una gran recepción consular. Con una gracia tan triste que únicamente Charlot podría llamarte su maestro.  ¡Qué bello eres- camello de Lanzarote, entonces! Tú que, sin arado, eres el más feo de todos los animales. Porque eres feo y porque en ti se nota más la desnudez que en ningún otro. Yo recordaré  siempre —camello con arado, de Lanzarote— la primera impresión de tu arante silueta de gran actor de la estepa. Yo recordaré siempre mi sonreír ante tu gran "film" para minorías (Charlot —únicamente— me ha hecho sonreír de una igual manera). Si tú fueras a Nueva York-camello, con arado, de Lanzarote, encontrarías el empresario para tus películas. Trabajarías con Pamplinas y con Mary Pikford, con Charles Chaplin y con Harold. Y tendrías tu público infantil que te aplaudiría sonoramente cuando ganaras batallas y tomarías castillos con tu gran sable de madera.

Medalla de Pancho Lasso. Década de 1960

La llegada de los vehículos a motor y el desarrollo del turismo, con el consecuente abandono del campo, provocaron la progresiva desaparición del camello de los campos de Lanzarote. En los años sesenta, y por iniciativa de gentes de Yaiza, el camello se incorporó al incipiente circuito turístico de la isla al ofrecerse como singular taxi sobre el cual descubrir, a ritmo pausado, los fascinantes paisajes de las Montañas del Fuego. 

Turistas suecas montadas a camello en las Montañas del
Fuego. Años 70

Hoy por hoy, es ésta casi la única función que desarrolla en Lanzarote un animal que, paradójicamente, ha pasado de ser una herramienta absolutamente indispensable para el desarrollo de la vida en la isla a convertirse en un exótico souvenir. 

Camellos regresando de las Montañas del Fuego

FUENTES:
- ARTETA VIOTTI, Arminda: "Visiones plásticas y literarias del paisaje lanzaroteño en el mundo contemporáneo. Notas para su estudio", en XII Jornadas de Estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura. Tomo II, Cabildo Insular de Lanzarote, 2005. 
- ESPINOSA, Agustín: Lancelot, 28º-7º, Ediciones Alfa, Madrid, 1929.
- FABELO MARRERO, Francisco J.: "El camello en Canaria: historia, manejo y enfermedades", I Jornadas del Sector Camellar, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 2005.
- MORERA, Marcial: "La tradición del camello en Canarias", Anuario de Estudios Atlánticos, nº 37, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1991. 
- PÉREZ SAAVEDRA, Francisco: "El camello en Canarias", Aguayro, nº 193, Caja Insular de Ahorros de Canarias, Las Palmas, 1991.
- SCHULZ, Ursula: Material Informativo sobre el Camello (Camelus dromedarius), elaborado para los Guías de La Isla de Lanzarote, ADERLAN, 2008.