lunes, 22 de julio de 2013

La Ermita de San José


Vista trasera del Cortijo de San José
A escasos dos kilómetros al norte de La Villa de Teguise, y en medio de una de las más ricas vegas agrícolas de Lanzarote, se alzan silenciosas las ruinas de la Ermita de San José. Distinguirlas a lo lejos es una tarea sólo al alcance de las vistas más audaces. El estado de abandono en que se encuentra el conjunto hacen que el barro, la piedra y la cal se mimeticen por completo con el entorno en el que se hallan y se fundan con el paisaje, demostrando de este modo cómo la arquitectura tradicional de Lanzarote está realizada con los materiales que la propia naturaleza le brinda, en una conjunción perfecta donde nada sobra, pero tampoco nada falta.

Probablemente, para muchos el nombre de la "Ermita de San José" resulte absolutamente desconocido, pues incluso si alguno ha pasado a su lado, a buen seguro no habrá imaginado que esas ruinas en su momento pudieron albergar  uno de los edificios religiosos más singulares no sólo de Teguise, sino de toda Lanzarote. Conozcamos entonces su historia...

El Cortijo de San José


Coladera del aljibe

Don Diego de Laguna y Ayala, nacido en Teguise en 1649, fue uno de los personajes más poderosos del Lanzarote de su época, atesorando los cargos de Beneficiado de la Parroquia de Teguise, Vicario de Lanzarote, Comisario del Santo Oficio y Juez del Santo Tribunal de Cruzada. De sus padres heredó el cortijo ubicado en la Vega de San José, una de las más fértiles de toda la isla, como apuntábamos al comienzo.

De la importancia de este conjunto habla por sí sola el aljibe de grandes dimensiones y su espectacular coladera circular, de casi 5 metros de diámetro y de gran belleza, hasta la cual llegaba el agua de la lluvia que bajaba por una canalización realizada en el Lomo Blanco.



Aljibe del Cortijo



Precioso cuadro del pintor lanzaroteño Mario Delgado en el
que se representa el Cortijo de San José

La ermita de San José

Pero, sin duda alguna, el elemento más representativo y destacado de este cortijo fue la ermita que mandó construir el Beneficiado Diego de Laguna en honor al santo que daba nombre a la vega en que se ubica el conjunto: San José.

Se trataba de una capilla privada, de una sola nave, que contaba con dos hornacinas laterales que

albergaban las imágenes de San Isidro y San Agustín. Presidiendo la ermita, en la cabecera, se encontraba el cuadro "Los desposorios de la Virgen", una obra de gran calidad atribuida por el profesor Hernández Perera al círculo del pintor granadino Pedro Atanasio Bocanegra.
"Los desposorios de la Virgen y San José",
hoy en el Museo de Arte Sacro de Teguise

Esta capilla desempeñó un papel fundamental en el culto de la que, desde 1725, fue patrona de la isla: Nuestra Señora de Las Nieves. Aunque desde 1939 las fiestas dedicadas a esta virgen se celebran con una romería hasta su templo -en "La Montaña"-, lo cierto es que esto no siempre fue así. Con anterioridad, el culto consistía en bajar a la Virgen hasta la Iglesia de Guadalupe, en La Villa, cada año, en un principio, y después cada cinco. También era muy frecuente trasladarla a la capital cuando la isla era azotada por plagas de langosta o por severas sequías, pues a ella se encomendaban los lanzaroteños en busca de su intercesión.


Interior de la Ermita de San José en la actualidad

En esta ceremonia la Ermita de San José jugaba un papel fundamental, pues actuaba como punto de encuentro entre las imágenes procedentes de otras dos iglesias cercanas que se unían a la procesión: San Sebastián, del Mojón, y San Leandro, de Teseguite, y, con ellas, los romeros que las acompañaban. En ocasiones pasaban allí la noche y al día siguiente continuaban su camino, en solemne procesión, hasta la Iglesia de Guadalupe, en donde permanecía nueve días antes de volver de nuevo a su templo.

La mayor devoción hacia la Virgen de Los Dolores y las críticas de la Iglesia por considerar que estas bajadas estaban perdiendo su carácter devoto en favor de uno exclusivamente festivo, hicieron que poco a poco se fuese abandonando este culto. De hecho, la Iglesia de Las Nieves llegó a quedar en un estado tan ruinoso que obligó a su demolición y sustitución por un nuevo edificio, diseñado por el arquitecto teguiseño Enrique Spínola en los años sesenta.


Detalle de la fachada de la Ermita. Se puede
observar cómo sus cantos han sido extraídos.

En cuanto a la Ermita de San José, su destino fue mucho más cruel. En la década de los cuarenta, sus propietarios comenzaron a usarla como garaje, lo que provocó la prohibición de celebrar actos religiosos en su interior. Por fortuna, su valioso cuadro fue rescatado por el párroco de Teguise, don Juan Melián, y trasladado a la Ermita de la Veracruz, encontrándose hoy expuesto en el Museo de Arte Sacro de La Villa. En 1951, sin embargo, su techo fue derribado para extraer las valiosas vigas de madera y venderlas, por lo que desde entonces su deterioro fue en aumento hasta convertirse en el montón de piedras y barro que es en la actualidad, siendo, como afirma Francisco Hernández, cronista de Teguise, "el testigo mudo de la historia religiosa de Lanzarote".

FUENTES:
- HERNÁNDEZ DELGADO, Francisco, y RODRÍGUEZ ARMAS, María Dolores: "Nuestra Señora de las Nieves", Archivo Histórico de Teguise.
- HERNÁNDEZ DELGADO, Francisco: "Ermita de San José", Archivo Histórico de Teguise.



 

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